viernes, 25 de enero de 2013

Guadalupes...


Guadalupes

Estoy tomando el café de la mañana
cuando veo una joven puro perfil tuyo.
-¿Será tu hija Guadalupe?- me pregunto.

La miro, la miro... y, cada vez más,
me parece que sí, que debe ser ella.
Morena, la silueta tuya tan conocida muy definida,
el pelo recogido en coleta, al modo antiguo,
como la cola de un caballo enjaezado.
Amplios zarcillos azul turquesa
y forma de hojas lanceoladas
que se bambolean a cada movimiento de su rostro vivaracho.
Camisa roja de manga corta y falda aún más.
Fuma un cigarrillo tras tomarse un trozo de pastel
y un gran vaso de cristal repleto de café.

-¿Será tu hija Guadalupe? -me pregunto.
Suena un teléfono portátil en su bolso.
Tras ardua labor, de entre sus cosas, lo rescata
y con un gracioso giro se lo acerca al oído:
-¡Hola, mamá! ¿Cómo te va por Alicante?

¡No puede ser tu hija, Guadalupe! Pues, en este instante,
te veo entrar, radiante, por la puerta del Café Iruña!
jMGa
17 de enero a la(s) 0:15

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